TALLER
11-11
Por Ismael González Castañer.
¿Qué es un Encuentro-Debate de Talleres
Literarios?
Reunión de
escritores aficionados para leer y discutir las obras creadas por ellos mismos,
seleccionadas para dicho Encuentro. Se premian los mejores trabajos; pero lo más importante es participar
comentando, criticando la forma, el contenido, la utilidad y el valor de sus
creaciones.
Los organizadores del E-DTL invitan
a un Jurado (casi siempre compuesto por tres especialistas —profesores,
escritores, artistas), que sirve de árbitro (como los “hombres de negro” en el
juego de béisbol), y que después de escuchar las opiniones de los asistentes y
decir la suya propia, decide cuáles son los textos ganadores en cada género.
Modus operandi en el Debate
1° Cada tallerista
lee su obra cuando le corresponde su turno.
2° Los otros
talleristas —voluntariamente— opinan sobre el texto del concursante en turno.
El tallerista cuya obra está siendo debatida, escucha atentamente pero no
interviene en este momento.
3° Al terminarse
el debate de los talleristas, y la participación de otros asistentes (maestros,
invitados), si llega la ocasión, el Jurado interviene.
4° Ahora el
concursante cuya obra se acaba de analizar, si lo desea, puede hacer una
declaración.
Al finalizar la lectura y análisis
de todos los textos en competencia, el Jurado delibera y luego lee un ACTA
donde se anuncian los ganadores, a los que se les entregan regalos y premios
que distinguen su actuación.
El Encuentro concluye con un breve
discurso de un funcionario; una actividad cultural; y se convida a un
piscolabis o a un ambigú...
Este
es el momento en que todos aprovechamos para socializar.
Viernes 20-FEBRERO-2015
Encuentro-Debate de Talleres Literarios
del Distrito Capital
Biblioteca
Aquiles Nazoa, Caricuao
El PNI
—instrumento para evaluar lo Positivo, lo Negativo y lo Interesante de una
actividad—, arrojó el éxito indiscutible de esta metodología.
“Todos
los talleristas que existan —opinaron en la encuesta— deberían seguir la
dinámica de estos encuentros/ Esta estrategia debería ser usada en otros
programas/ Aporta elementos para que sigamos creando/ Excelente aprendizaje
colectivo”.
A
continuación, Zulma Cabana: ganadora del primer lugar en Poesía y Cuento.
POESÍA Y
EXISTENCIA / Zulma Cabana
He regresado desde la alta noche
en cada amanecer de la poesía
recorriendo campos bordados con
espigas de oro
abriendo las compuertas de mi
mente.
Surgen ángeles hijos de la
eternidad
descubren en mi trémulos
recuerdos
que creí olvidados al borde de la
tarde.
Surgen memorias de lugares,
países, amores
como campanas que descuartizan
puertas y ventanas.
Para escribir
he abrazado el mar
lo he guardado en la quietud
profunda de mi alma.
He recogido el cielo en mi
pañuelo
para sembrar estrellas en los
surcos de la tierra.
Sin engaño percibo las ideas que
viajan y viajan
desde mis tiempos más remotos.
Me acerco a la escritura con la
dicha de la vida
miel imaginaria,
gracia instantánea
que vuelve tibio el aire de la
casa.
Escribo y sueño asir la gloria
entre mis manos.
“La gloria es breve, poeta”, dice
mi alma.
Y los dolores que abren grietas
en mi piel
son largos y profundos.
Van hasta las fuentes donde
amanece el día.
Con el color de una nueva
esperanza
curo mis heridas bajo el sol de
la mañana.
Escribo para rescatar la luz de
la tierra
descubro formas y las hago
eternas.
Aprisiono el instante en que la
locura de escribir
enciende mis mejillas en
eufóricas llamas.
Como hechicera lejana viajo por
los ríos
robándome recuerdos.
Envuelta de nostalgia miro la
vida
a veces con pasión
a veces con dolor.
La poesía está enterrada en mi
corazón.
Describe círculos de tiempo la
vida que se apaga.
No dejaré que los granos se vayan
triturando sin la promesa del pan.
Quiero nacer de nuevo
germinar con la tierra en la
humildad del surco
mientras la lluvia canta
y la vida nuevamente se hace
poesía.
LA
BÚSQUEDA / Zulma Cabana
A los sesenta
años, Nadya El Fassi era todavía un bello espécimen femenino. Dueña de un
cuerpo musculoso y firme, su cara un óvalo perfectamente definido, sus inmensos
ojos reflejando lagos misteriosos, envuelta en el torbellino de su cabellera
oscura, se presentaba ante el mundo vital y plena de un erotismo que brotaba
intensamente de los poros de su satinada piel cobriza.
Inteligente y culta, corrida en
siete plazas o más, viajera incansable podía contar en cada ocaso una historia
propia, evocando una mágica fabuladora de las mil y una noches.
Observadora y existencialmente viva,
habitante absoluta de su cuerpo, propietaria de sus instintos, nada
conservadora y más libre que un cóndor en el más insondable de los vuelos,
había vivido múltiples experiencias amorosas. Maga del sexo y el placer, de la
vida orgásmica y liberal, nunca evadió algo que pudiera convertir en
experiencia trascendental: muchos hombres y mucho amor le enseñaron que cada
encuentro ocurre no con ese hombre sino con la vida misma, con la propia
existencia; una puerta al infinito; una extensión del Todo.
A lo largo de su sendero, Nadya se
había debatido entre dos fuerzas: la de su instinto y la de su espíritu; lo
sutil y lo denso; lo sagrado y lo obsceno. Y recorrido miles de caminos en la
búsqueda desesperada de algo místico, más puro que el sol de las mañanas.
Escéptica y rebelde nunca se dejó
permear por la culpa y el pecado. Libre como el viento heredó de su padre el
derecho al libre pensamiento. Jamás flirteó con las religiones, ni con los
dogmas ni con nada que pudiera someter la condición humana, y se gozó la vida
deliberadamente en todos los aspectos de su femineidad.
Original, dueña de sí misma, amada y
odiada, Nadya supo cuándo entrar y salir airosamente de las logias y
fraternidades de su ciudad, sin dejarse atrapar por encantadores de serpientes,
maestros de moda o sacerdotes que ofrecían la salvación de las almas y la
resurrección de la carne a cambio de diezmos, ofrendas y rosarios.
Aun cuando en los albores de su vida
y en su afán compulsivo por penetrar lo desconocido, por indagar lo oculto y
atravesar umbrales, no pudo escapar a la influencia esotérica de aquellos años
70 plagados de promesas espirituales, vida eterna, perdón de los pecados, y
viajes sin escala al cielo, estuvo segura de que todo eso era mentira, y
recordó con sonora carcajada aquellas prácticas de abstinencia sexual, arroz
integral, dietas macrobióticas, agobiantes asanas, mudras extrañísimos,
maratones de mantras en lenguas desconocidas, rayos multicolores, sesiones
espiritistas, ritos marialionzeros, viajes místicos a las montañas y gurúes
misteriosos que llegaban de la India con cara de santos famélicos y morrales
sucios llenos de inciensos a precios dolarizados.
No,
no, eso no era lo que ella buscaba. Extendida sobre la hierba contemplaba la
dinámica celestial, pensando que quizá era más fácil creer en algo, dejarse
conducir pasivamente por alguien. Pero de inmediato reaccionaba ante lo
apasionante que le resultaba la libertad.
Al
arribo de los 80, a la llegada de la Nueva Era, Nadya, vivaz e intuitiva,
percibió el engaño, las falsas promesas, la trampa de la iluminación, la oferta
del paraíso vendido a precios de propiedad horizontal con vista al mar; el
conocimiento superior entregado a cuentagotas; la gnosis secreta que sólo
podían conocer aquellos desgarbados ataviados de blanco, con melenas recogidas
en largas trenzas, sandalias y horrorosas carteras de cuero terciadas al
hombro, cuyos pálidos y macilentos rostros denotaban la ingesta excesiva de
zanahorias para limpiar los chakras y acelerar la evolución.
Nadya
volvió a reír con estruendo. En aquellos tiempos de mentiras, todos sabían de
todo; todos predecían, había ángeles hasta en los baños. Una nueva élite de
magos invadía los medios: astrólogos improvisados y mariposas misóginas batían
delicadamente sus alas anunciando cada mañana las gracias y las desdichas del
futuro con voces acarameladas. Una onda sobrenatural copó el entorno: oráculos
y péndulos, esencias para encontrar pareja, cadenas de oración, talleres de
prosperidad, imposiciones de manos, feng-shui,
dietas del perdón, mapas del tesoro, respiraciones excéntricas, amuletos y
baños, terapias holísticas, sanadores optimistas que prometían curar en
segundos desde una gripe hasta un cáncer. Muchos se volvieron lógicos y tenían a
cambio de dinero una respuesta para cada misterio de la vida. Nadya se dijo:
“de estar vivo Sartre, habría escrito la
náusea 2da parte”.
El
tiempo nuevaerista sobrepasó el escepticismo de Nadya. Crítica y objetiva jamás
creyó que los misterios de la existencia pudieran ser develados fácilmente a
cambio de dinero. Comenzó a pensar que había deambulado inútilmente, que tal
vez su búsqueda había sido vana, que quizá en el silencio interior estaría la
respuesta, más que en los argumentos rebuscados de los maestros del marketing espiritual. Se refugió en sí
misma, miró atrás con melancolía. Sí, un poco de paz le vendría bien.
Nadya
El Fassi, cansada, agotada, considerada socialmente pobre y sola (a una edad en
que el statu quo determina que el estado ideal de la mujer es cuidar nietos),
que había tenido todo y nada, ahora era rica en experiencias con las que no
podía ir de compras.
Decidió
que era buen momento para hacer el viaje. Miró por la ventana, el tiempo estaba
lluvioso y su jardín húmedo. Un rayo de sol moribundo bañaba el paisaje. Abrazó
a su perro, lo besó en la frente; luego, se reclinó cómodamente sobre el diván
(el viejo diván donde su padre tantas veces le había leído deliciosas historias
orientales), y cerró los ojos. Su búsqueda había terminado. Su cuerpo relajado
y libre como un barco sin amarras abandonando el puerto y adentrándose en el
mar, ya no sentía miedo ni angustia. Nadya respiró profundo absorbiendo
intensamente aquel aire como si sólo él pudiera conducirla hacia lo que siempre
buscó. Cada vez sentía más tranquilidad: no tenía pensamientos, ni
lamentaciones.
Entonces
la vio, ahí estaba esa luz magnífica, brillante, amorosa; sin preguntas ni
cantos ni ángeles ni sacerdotes ni juicios; nada por qué rezar. Nadya se
abandonó. La luz la envolvía delicadamente, la cobijaba, le hablaba sin
palabras, la acariciaba sin tocarla, la convertía en luz. Ya no veía con sus
ojos, sólo su conciencia persistía más clara que nunca, el gas silencioso
continuaba abierto invadiéndolo todo.
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