EL ESPANTAPAJAROS TOMA
CONSEJOS DEL BUHO
Autor:
Pedro Delgado. Caracas. 2002
Hace algún tiempo, en un
extenso y floreciente conuco, un viejo espantapájaros veía cabizbajo como una
bandada de loros devoraban una parcela de maíz. Se la habían encomendado la
cuidara desde siempre. No contentos con comerse el grano, se posaban sobre sus
hombros manchando con las heces el raido saco de gabardina que le cubría el
torso; tal el irrespeto que le tenían.
Una noche, condolido por lo
que le pasaba, lo visitó el búho quien (con sus sabios consejos), enfatizó en
clara reflexión que todo era cuestión de congruencia. Así habría de levantarle
la moral que ahora arrastraba por el
suelo.
Muy por la mañana, a la semana siguiente,
reapareció el espantapájaros con nueva indumentaria y, por ende, con nuevos
bríos en su rol de guardián: sobre su cabeza de auyama, ya no el viejo sombrero
de paja, sino un fino y tejido gorro pasamontañas color café doblado sobre su
frente; por el desteñido paltó, una gruesa chaqueta oliva; en vez del raido
pantalón kaki, una braga de camuflaje con cierres en diferentes posiciones; unas
botas de cuero número 43 por las desvencijadas alpargatas de caucho y pabilo.
Todo no quedó allí, pues había que
rejuvenecer su rostro: Una tupida barba que hacía candado con unos bigotes
negros también, le adornaban junto con una pipa brotando de sus labios;
cubriendo sus ojos, unos Ray-Ban oscuros protectores del sol; sobre su cuello
pendían unos potentes largavista y, encima de su hombro izquierdo, una poderosa
escopeta de dos cañones calibre 16, sustituta de la vieja escoba elaborada con
ramas secas.
La mañana aquella, cuando la bandada se
percató de la presencia de tan estrafalario personaje, e impactada por todas
las apariencias que proyectaba, más nunca volvió por aquel lugar.
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